4.05.2004

[Cuento 4]

Miro sus siluetas, todas dirigidas hacia las ventanas, como si desearan estar afuera; o tal vez, es que deseaban ser parte de los otros...
Alguna vez escuche a alguien decir: "... la vida se divide en dos, los que tienen auto y los que viajan en transporte público..."
Tal vez, ellos ahí adentro del camión, también lo creían.
Son muchos de varios lugares, con historias diferentes, distintas realidades; pero en este momento son parte de una misma historia. Sentados, en silencio, con indiferencia.
En algunos camiones de escucha música (eso que el conductor prefiera) pero, en este no. En este hay otros sonidos: el de la madre abandonada, del hombre sin trabajo, el de una pareja... Muchos pretenden aislarse, se encapsulan con aparatos de sonido individuales, ciertamente no quieren ser parte de la historia; otros, mueren en ella, cierran los ojos, sueñan con sus demonios.
Se escuchan algunos murmullos y en cada cuadra los actores cambian, desaparecen para dar lugar a otros. Pero ninguno deja escapar una sonrisa, sus caras muestran el desprecio, las ganas de no querer ser parte de esto.
-un bebe llora, y es como si los llamaran de nuevo, por un segundo sus miradas que antes se encontraban clavadas afuera, se dirigen a el, ese que los trajó de su sueño.
Un merolico aborda el camión, habla, pero nadie presta atención (debe ser difícil hablar con un publico que se cree sordo)
El timbre de la parada suena y suena, cada vez más; creo que ya me he acostumbrado a el...
Me doy cuenta de que ya no soy una simple espectadora, también soy parte de ellos, quiero dejar de serlo pero ya no puedo...

Carmilla Hash Davenport

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