5.07.2004

[cuento 1]

En mi mano una rosa blanca, en mi mente mil ideas, camino hacia mi casa, el calor es sofocante, mi boca tiene sed.
Estoy harta, la gente que pasa me mira, quiero correr pero mi condición no me lo permite.
Paso por las casas, es la hora de la comida, el olor es repugnante, quiero vomitar.
Frente a mí pasean algunas parejas me miran con sonrisas casi burlonas, en mi camino veo rostros conocidos, no me importa, solo quiero llegar.
Ya llevo un rato andando, la desesperación me corroe el alma; creo desfallecer, me pierdo entre la gente, mi mente vuela, mis piernas ya caminan por inercia, y la rosa ahora es pálida.
Toco el timbre, el perro ladra, por fin abren.
Miro a mi alrededor, todo es enfermizo, saludo con una sonrisa hipócrita, me urge salir de aquí.
Cambio mi ropa, por un momento creo encontrarme bien, pero suena el teléfono. quiero gritar, consigo un pretexto para salir, la rosa blanca ahora esta muerta.
Salgo de mi casa, me encuentro de nuevo en el maldito mar de gente.
No consigo que hacer, y solo me pierdo entre la multitud.
Me molesta estar ahí, me molesta estar allá, me molesta estar viva...


carmilla@hash-davenport.zzn.com

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