2.20.2005

Uno de mis primeros textos

La tarde cae en Canadá, el horario de clases casi termina.
Tomo un receso, me dirijo hacia los teléfonos, la necesidad de hacer una llamada es grande. El crédito me indica que puedo hacer una llamada más.
Hace tiempo que no llamo a casa, marco el teléfono.
Escucho una voz triste, un escalofrío recorre mi cuerpo, pregunto por la abuela. -ya no esta- recibí por respuesta.
Cerré los ojos, una lagrima recorrió mi mejilla. Aun faltaba 1 semana para mi regreso a México. Creí que todo seria un caos, las condolencias llegaban, y con ellas mi sonrisa se desvanecía. Imaginaba a mi familia.
Me preguntaba que seria de ella, de mi madre, de los tíos. El viaje y las clases lograron distraerme un poco del tema.
Regrese un sábado a casa, mi madre lloraba. -la abuela se fue en paz- dijo Las misas de costumbre se realizaban. En la casa su olor no se iba, era difícil creer que ya no estaba, al sillón le hacia falta algo.
Transcurrió un mes desde mi llegada, y aun no podía creer que ella ya no estaba. No me gustaba entrar a su cuarto. La vida empezó a correr como de costumbre, llego otro mes y con él, nuevos planes, los estudios eran ya la mayor distracción.
Sin embargo por las noches era presa de la melancolía. Un día, con pinta de ser igual a los demás, llego un animal.
Un cuervo.
Se acercaba a la casa, nos miraba, se le podía ver en las ventanas. Se hizo parte de nosotros, todos decían que era la abuela.
Yo tenia miedo, su mirada profunda, su color negro... era aterrador. Cuando lo veía me paralizaba.
El perro lo odiaba. Mi temor, se volvio repulsión. Se paseaba tan feliz por la casa. Uno de esos días, cuando me sentía presa de los ataques de desesperación y rabia, salí a tomar el aire, vi como el perro le ladraba, como siempre, mi cabeza parecía explotar. Ese día había sido uno de los peores de mi vida.
Creí, que cerca del perro me sentiría mejor, no fue asi, la presencia del ave me hacia sentir peor. Voló hacia mi mano, se coloco en ella, sin miedo.
Sus ojos se clavaron en los míos, me quede sin palabras, quería gritar, o por lo menos voltear mi mirada, pero el miedo me lo impedía.
Llegue a creer que ese cuervo era la causa de todos mis problemas, tenia que desquitarme, y el pájaro, era la mejor solución. Pasaron cosas por mi mente, cosas como: ¿si en verdad era la abuela? o si lo mataba para desahogarme...
Carmilla Hash Davenport

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